Amanece el Sábado Santo sumidos en el silencio de la sepultura de Señor. Acompañamos a la Virgen en su Soledad y hacemos nuestro su dolor, su pena, su amargura. Durante todo el día meditamos e interiorizamos que Jesús ha muerto y acompañamos a su Madre que también es nuestra. Pero, como nos dice el Papar Francisco: …“En esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios”… El Sepulcro es el lugar donde quien entra no sale. Pero Jesús salió por nosotros; resucitó por nosotros, para llevar vida donde había muerte; para comenzar una nueva historia que había sido clausurada, tapándola con una piedra. Él, que quitó la roca de la entrada de la tumba, puede remover las piedras que sellan el corazón…. Hermana, hermano, aunque en el corazón hayas sepultado la esperanza, no te rindas. Dios es más grande”…