Amanecía el 17 de abril en nuestra localidad con un clima hermético que envolvía cada rincón, cada esquina, cada ápice de nuestro pueblo, vaticinando la ilusión que abandera la salida procesional de nuestra Sagrada Titular, la Virgen de la Soledad.
La jornada comenzaba en nuestra centenaria Ermita del Convento, en la que, como viene siendo tardicional, se llevó a cabo un acto cargado de singularidad y devoción: El encendido de velas. Con el acompañamiento musical de la escolanía Aromas de Mayo, se iban prendiendo cada vela que, horad mas tarde, alumbraría la senda de la Señora de la Soledad. A continuación, para finalizar los actos matinales, la Cofradía asistió a la Misa Vespertina de la Cena del Señor.
Abriendo los actos post meridiem, hizo su estelar entrada en el municipio el los componentes del Colegio de Guardias Jóvenes Duque de Ahumada, de Valdemoro (Madrid) repartiendo un recital de fe, honor y elegancia en los aledaños de la Plaza del Convento. Tras disponerse en las inmediaciones del Exmo. Ayuntamiento, comenzaría el acto mariano preparatorio a la salida procesional, contando con la participación de los diferentes estamentos compositivos que formarían el cortejo.
Aprovechando este íntime y dulce capítulo a los pies de nuestra Santa Madre, laCofradía quiso hacer entrega del título de Cofrade de Honor al Ilmo. Sr. D. Plácido Manuel Rodríguez Moreno, Teniente Coronel Jefe de Estudios del Colegio de Guardias Jóvenes Duque de Ahumada, reforzando así el exquisito nexo unitivo que nuestra corporación goza con la Guardia Civil.
De tal forma, solo quedaba contemplar y disfrutar del momento mas esperado por todo el pueblo de Alhaurín el Grande, ver a la Señora del Jueve Santo en la calle repartiendo salud, amor y misericordia en su regente trono. Con la participación de las bandas musicales de la Cofradía, La Pepa y la banda de la Santa Vera+Cruz, la tarde se entonaba en camino directo al cielo, en la que los sones musicales se transformaban en querubines celestes.
Pero entre tanta clase, estética y sentimiento, Abraham y su hijo Isaac actusban de antesala a la escuadra de bárbaros que golpeaban, asediaban y satirizaban a Cristo, llevándolo cautivo, camino a su fatal desenlace. María, su madre, rodeada de las Santas Mujeres y del discipulo amado, actuaban de cirineos del consuelo, volviéndonos a regalar una estampa de lo mas entrañable.
Enterrada en pétalos de mil colores con sus característico perfume fragante de dulzura, la Virgen de la Soledad conquistaba paulatinamente las calles de Alhaurín el Grande, cautivando de afectos a todos los devotos que la acompañaron en esta tarde tan especial. Gracias madre de la Soledad, por estar siempre amparándonos de toda tiniebla y por cobijarnos en tu protector manto.