Con el recuerdo de un Jueves Santo amargo, áspero… pero también de un Jueves Santo de amor, de fraternidad y de adoración a la mayor reina, la Señora de la Soledad, se cierra la antesala al mayor drama de la historia.
Desde por la mañana, Alhaurín se viste paulatinamente de luto en un día de incertidumbre. Debido a la negativa tan acentuada de la climatología, las escenificaciones de La Pasión programadas para esta jornada se adelantaron a las 20:00h, hora en la que el atrio del Convento se transfiguró en el mismísimo Calvario. En él, Caifás se regocija en su más profunda egolatría, en su arrogancia mas temible y en su descarada desfachatez. Caifás sonríe, Judas se arrepiente, Cristo culmina la profecía y treinta monedas que se desparraman en una soga, solo faltaban que esos tres clavos espantosos fueran bañados en la sangre de Jesús. Desde la mayor lejanía de calle Convento se escucha la ruda expiración del Señor y nos ciega el resplandor fulgurante de la lanza de Longinos. Descendido y sepultado el Hijo del Hombre, la Ermita del Convento abre sus puertas para que el silencio se transformará en oración en su mas absoluto sentimiento, la procesión del Santo Entierro de Cristo, procesión oficial de la Semana Santa alhaurina.
Sin embargo, de nuevo las precipitaciones nos privaron de que el cortejo procesional se apoderara de las calles del municipio, tomando la Junta de Gobierno suspender la procesión del Santo Entierro. A su vez, la Ermita del Convento permaneció abierta para que todos los fieles pudiesen venerar al Cristo Yacente en su féretro procesional y a la Señora de la Soledad en su respectivo trono. Así finaliza otro Viernes Santo, divisando a lo lejos el brillo tenue de la Resurrección.
Disponible la galería fotográfica en: https://www.santaveracruz.org/viernes-santo-2024