Abría la emisión una espléndida imagen de nuestra Ermita del Convento, con sus puertas de par en par invitando a todos a participar de la segunda noche de triduo desde nuestros hogares: “Sentir siempre tus manos”.
Del color de la esperanza lucía el altar engalanado para esta nueva noche de momentos junto al Señor. Centros de verde romero se encontraban a los pies de nuestros sagrados titulares, una imagen sencilla pero que con el olor que seguramente desprendían, hacía que llegara el aroma a cada uno de los hogares de nuestros hermanos cofrades.
Hermanas y hermanos de arriba, médicos, enfermeros, cuerpos de seguridad o personas dedicadas al pequeño comercio, hacían oraciones a nuestro Señor, haciendo reseñas de su profesionalidad y la necesidad de estar en primera línea de batalla en estos momentos tan difíciles, dando sus manos a quien cae, su aliento a quien no puede comunicarse, intentado servir de pies y manos a los que lo necesitan y ayudando a diario con los valores que el Señor les enseñó.
El padre Manuel emitía un mensaje de deseo de exaltación de la Cruz de Cristo, a la que todos nosotros debemos gloriar. Agradecía también a todas esas personas que están velando por nuestra seguridad, nuestra salud y nuestra vida.
Finalizado el triduo, como la noche anterior, cada uno de los espectadores pudo contemplar durante un buen rato imágenes en directo del camarín y rezar sus propias oraciones a nuestro Señor y nuestra madre de la Soledad.
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