3 de mayo. Explosión de primavera, fe, emociones y sentimientos

Escrito el 04/05/2022
Vera Cruz Alhaurín

Los sones de la diana en la que participaban la Banda de la Santa Vera Cruz, la Brigada paracaidista y “la Pepa” iban marcando desde muy temprano que el 3 de Mayo había amanecido. Y pocas horas después la ermita del Convento estaba preparada para acoger el momento central del Día de la Cruz, la Solemne Función Religiosa en honor a nuestro Señor, que por las circunstancias de este año ya se esperaba que fuera especial, y lo fue. Sonaban los primeros acordes de la guitarra y la procesión inicial aparecía en la plaza del Convento para entrar en la Ermita, los versos de “Amanece el tres de mayo” que sonaban desde el coro ya nos robaron la primera lágrima. 

Amanece el tres de mayo, siempre amanece, de maneras muy distintas, pero amanece. Y en cuanto la primera luz del alba ilumina nuestras pupilas, los hermanos de arriba solo queremos:

 estar donde tú estés,

 rezar donde tu estés,

 sentir donde tú estés,

 porque estando a tus pies, Señor del Convento 

la vida siempre vuelve a florecer.

Así comenzaba la solemne Eucaristía en honor al Santísimo Cristo de la Vera Cruz, no como estaba prevista, no como la habíamos imaginado, porque nosotros los hombres, desconocemos cuáles son los designios del Señor, y a pesar de eso, llenos de fe y devoción, estamos siempre junto a Él, sean cuales sean las circunstancias. Presidió la Eucaristía el Ilmo. y Rvdo. Padre D. Salvador Javier Guerrero Cuevas, Delegado Episcopal de hermandades y cofradías de Málaga.

No fue la Eucaristía que estamos acostumbrados a tener en la Parroquia, y aunque el entorno era distinto, los detalles fueron distintos, lo esencial y más importante estaba, el Santísimo Cristo de la Vera+Cruz presidía el altar en una imagen inédita, en el trono situado en el presbiterio colocado no como estamos acostumbrados a verlo, de manera que su propio trono fue el más bonito de los altares.

La coral, iba interpretando las oraciones principales de la liturgia, Señor ten piedad, Gloria, en latín, solemnísimo, erizaba la piel la fuerza de las voces de nuestros hermanos dirigidas por Juan Manuel Montiel. 

La palabra de Dios clara, concreta, comprometedora: “Yo soy el camino, la verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por mí”. Pues así fue, el Señor nos marcó el camino y nosotros una vez más lo seguimos, elevamos a Él nuestras suplicas: “Señor oremos al pie de tu Cruz”, estaba cerca muy cerca. Se hizo vida en la eucaristía y nosotros nos alimentamos de Él. Y antes de finalizar una de las misas más especiales y emotivas que hemos vivido en tantos Días de la Cruz, le dábamos gracias por recordarnos que, si realmente lo seguimos a Él, somos felices haciendo su voluntad.

Lo hizo el hermano mayor dirigiéndonos unas emocionadas palabras: Dijo el Señor en Getsemaní, Padre que se haga tu voluntad y no la mía.

Pues ahí estamos Señor, cada día y en cada circunstancia intentamos ser fieles a ti y cumplir tu voluntad. 

Si tú marcas otro camino al que teníamos trazado, nosotros lo seguimos, nos ponemos en tus manos, y nos dejamos llevar. Y en el Día de la Cruz, lo hacemos además con la mayor de las alegrías…. Santísimo Cristo de la Vera Cruz, hoy te decimos convencidos, alegres y llenos de paz, que queremos que se cumpla tu voluntad y no la nuestra. Hemos sido los miembros de la comisión permanente como representantes de toda la Cofradía los que hemos participado en esta Eucaristía y antes de finalizarla, queremos tener un gesto como compromiso de que queremos que en nuestra Cofradía se cumpla siempre tu voluntad.

Comenzó a sonar nuestro himno, Señor del Convento, el secretario y el fiscal de la cofradía presentaban el libro de estatutos, donde se recogen las reglas de la Cofradía marcadas por nosotros los hombres y la Sagrada Biblia, el libro sagrado donde se recogen las reglas marcadas por Dios, los principios sobre los que se debe regir la vida de un cristiano. Con este gesto pusimos de manifiesto que sobre cualquier intención que podamos tener nosotros está siempre la voluntad de nuestro Señor. 

Y tras hacer la acción de gracias José María Díaz Bravo, hermano mayor, visiblemente emocionado daba las gracias al Señor del Convento por el privilegio de elegirlo y colocarlo al frente de unos hermanos con tanta capacidad de hacer frente a las adversidades y engrandecer con tanto amor todo lo que hacen en torno a su Señor. 

Sonaba “A Ti” y salimos de la función religiosa plenos y llenos de la gracia de nuestro Señor.

La calle convento estaba desbordada de corazones alegres y teñidos de verde, la mañana seguía acompañando, banderitas verdes ondeaban en las manos de pequeños y mayores que al son de las bandas inundaban la calle del mejor de los ambientes festivos.

Daba comienzo el desfile de bandas que discurrió también excepcionalmente desde la Plaza Alta, por calle Convento hasta la Plaza del Calvario.

La banda de la Paz de Málaga con la elegancia y calidad musical por todos conocida, abría el desfile de bandas, seguida por nuestros hermanos de Campillos que de nuevo, haciendo un guiño a nuestra Cofradía, interpretaban “Alhaurin el Grande está de fiesta”, La BRIPAC desfilaba de manera magistral por calle Convento seguidos de la Banda de la Santa Vera+Cruz y la Agrupación Músico-Cultural de la Santa Vera+Cruz “la Pepa” que subían juntos la calle Convento mientras esta se llenaba a su paso de una preciosa lluvia de papelillos verdes preparada por el Grupo Joven de la Cofradía.

A la vuelta y en el mismo orden se detenían en la tribuna de autoridades para interpretar distintas marchas. Emocionante la BRIPAC interpretando el bolero militar y la muerte no es el final. Tras ellos la Santa Vera Cruz, fuerza, experiencia, hacían vibrar la calle Convento y para finalizar la alegría de la Pepa: Las Corsarias, Alhaurín el Grande está de fiesta, las voces de los presentes sonaban al unísono acompañando las piezas. Un año más, la ALEGRÍA del Día de la Cruz se palpaba, se sentía, el pueblo celebraba feliz el gran día de la primavera, el Día de la Cruz.

Y con ese sentimiento de regocijo y tras brindar juntos en el almuerzo de hermandad llegó la tarde y ¡se pudo! Lo que tanto esperábamos llegó, el Santísimo Cristo de la Vera Cruz iba a salir en procesión a bendecir a su pueblo.



Antes de la salida los hombres de trono con la emoción a flor de piel se reunían en el salón de tronos para organizar los turnos, todos querían llevarlo. Seguidamente se dirigían a la Ermita donde su Señor los esperaba, a puerta cerrada la primera mecida, íntima, especial, bajo los sones de la Pepa, cantaban y rezaban tu himno, Señor del Convento, y como colofón el capataz de trono les pedía rezar a sus pies, también de manera especial: “señores pongámonos de rodillas a los pies de nuestro Señor” Padrenuestro, Ave María…momento único, los sentimientos a flor de piel.  Y para poner el broche, toque de honor del capataz de tantos años, D. Diego Cabello daba el toque de salida y animaba a todos sus hermanos a disfrutar de la noche. Gracias por siempre CAPATAZ. 

La Cruz guía de flores, como es tradicional, la procesión discurría por calle Convento, completa sin faltar un detalle, nazarenos verdes de todas las edades, ilusión, todo el mundo esperaba al Señor, estandartes, enseres que relucían, las bandas de música del desfile ahora en procesión, marcha tras marcha, que bonita noche, el aroma, la música, el ambiente, la fe, la devoción. Aparecían los catorce cirios florales, el vía crucis de resurrección, al fondo el estandarte Sancta Vera Crux, su brillo deslumbraba en la calle. El Santo Lignum Crucis, mantillas dándole luz, el estandarte mayor, maravilloso sobre el romero, los gastadores de la Pepa, la Cruz alzada y el camino de luz marcado  por los acólitos, ya se ve,  ya viene, ya se acerca, se aceleraba el corazón, se preparaban los pétalos, una casa, otra, otra… Vivas sin cesar, arriba, a pulso en las manos de sus hombres de trono que lo elevaban al cielo para agradecer cada lluvia de pétalos. Convento, Plaza Alta, Cruz, Real hasta llegar a Cuatro Esquinas. Relevo de los hombres de trono al inicio, el que se va lo hace con pesar se imagina, que no sabe, que lo que espera es bueno, y tanto que lo fue, benditas Cuatro Esquinas, volviste a reinar porque se desojó la primavera a tus pies. La emoción era tremenda, lágrimas en los ojos de muchos, los que te ven cada año, los que han venido de fuera y te ven por primera vez y piensan que es un sueño que no ha podido ser real, pero lo ha sido. 

Subes calle Piedras con un peso en tu trono tremendo, el peso de tanta plegaria, de tanto agradecimiento, de tanta súplica, tus hombres de trono siguen, agotados pero llenos de Ti y llegas a calle Convento. No cabe un alfiler, cada uno ha ocupado su lugar y todos te esperan sin querer que llegues, no queremos que se vaya este momento. Tras la última petalada ya estamos sin palabras, la calle se queda muda para escuchar el credo de los caballeros legionarios paracaidistas, impresionante. Después del silencio el cielo se ilumina con fuegos artificiales y tras el espectáculo ya solo podemos poner los ojos en nuestro Señor que a paso lento va subiendo. La banda de Campillos se ha unido a la Pepa, cuánta Vera+Cruz junta, qué maravilla, suena Al Señor del Convento y casi se desliza por la calle hasta llegar a la curva, allí peldaño a peldaño suben los hombres de trono  guiados por los sones de la banda de la Santa Vera+Cruz y ya en la Plaza del Convento la Pepa hace los honores. Es increíble como los hombres de trono de la Santa Vera+Cruz llevan a su Cristo, y con cuanta ternura lo deslizan para que cruce el dintel de su centenaria Ermita al son del himno nacional.

Con el Señor dentro, todo era satisfacción, abrazos, que ya podemos darnos, felicitaciones, alegría compartida, agradecimiento compartido, fe compartida, todo era DÍA DE LA CRUZ.

Solo queda como no puede ser de otra manera darte GRACIAS  por tanto AMOR.